Desde hace bastante tiempo andaba detrás de mi novia, intentando convencerla para que los dos pudiéramos echar una de sexo anal. Al final conseguí convencerla, pero no os podéis hacer una idea del trabajo que me ha costado convencer a la susodicha para esta buena penetración anal. La cuestión es que me dijo que sí, pero si empezaba la cosa despacio, con pocos movimientos bruscos. Como os podréis imaginar, acepté sin pensármelo dos veces. No todos los días uno puede practicar algo así con su propia novia, es más que extraño. La follada fue de la siguiente manera: empecé metiéndole el muy poco a poco el dedo en el culo, totalmente lubricado para ir allanando el camino. Después lo que entró con delicadeza también fue mi polla y, en varias posturas muy calientes, nos pusimos a follar los dos como verdaderos perros. Al finalizar me dijo que le había encantado y que repetirá por el culo.